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Economistas prevén que el tipo de cambio paralelo podría terminar el año en 1.000 Bs. por dólar

Economistas proponen un ajuste integral con un período de transición con cambio dual y un plan económico que ordene desequilibrios y estimule la producción.

ARMANDO J. PERNÍA / TalCual

La decisión gubernamental de no hacer nada en materia económica, por lo menos hasta pasadas las elecciones parlamentarias, conduce a escenarios cambiarios muy negativos. El economista Luis Oliveros, por ejemplo, prevé que el tipo de cambio paralelo podría terminar el año en 1.000 bolívares por dólar. “Es perfectamente factible”, afirma. Ya este martes 29 de septiembre el dólar negro rompió la barrera de los 800 bolívares, según el indicador de DolarToday.

Oliveros no es el único especialista que mira las cosas con tintes tan pesimistas; de hecho, Ángel García Banchs, director de la firma Econométrica, sigue insistiendo en que el Gobierno tendrá que desmontar el control de cambio, vigente desde 2003, como única opción para evitar un colapso de la economía.

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Ante el hecho de que el tipo de cambio paralelo ya pasó el “rubicón” de los 800 bolívares, y las presiones sobre el casi inexistente mercado del Sistema Marginal de Divisas (Simadi) son insostenibles para que la tasa se deslice de manera más rápida, la situación luce en extremo compleja, porque la oferta de divisas se ha contraído más allá de cualquier expectativa razonable.

¿POR QUÉ SUBE?

La cotización del dólar paralelo responde, en primer lugar, al profundo desbalance entre oferta y demanda. La existencia de tipos de cambio tan excesivamente sobrevaluados, como el 6,30 del Cencoex y el de 12 bolívares del Sicad, sin el respaldo de una oferta siquiera suficiente en el mercado, genera lógicas presiones especulativas.

No se trata de un problema moral, sino de simple racionalidad económica. Cualquier bien excesivamente barato, como los dólares oficiales, registra una demanda también excesiva. El problema se agrava cuando estos dólares baratos no aparecen. Por eso, la tasa paralela ha llegado a superar 80 veces a la oficial Cencoex.

 

 

Maduro no cree en la existencia del dólar paralelo. Ha dicho que esa cotización es ficticia

De acuerdo con el discurso del Gobierno, 90% de las importaciones necesarias para sostener el abastecimiento de productos se harían a dólar Cencoex. En la práctica, lo que está pasando es que las compras externas han caído en más de 30% y, por ejemplo, 88% de los industriales, de acuerdo con Conindustria, no han recibido liquidaciones para adquirir materia prima, repuestos o maquinaria. Este fenómeno explica que, en promedio, la manufactura esté trabajando con 47,08% de su capacidad instalada, al cierre del primer semestre de este año.

AJUSTE INDISPENSABLE

El economista Luis Oliveros resume una opinión bastante extendida entre muchos de sus colegas, según la cual el desmontaje del control de cambio no puede hacerse de manera abrupta, como postulan otros expertos, como Ángel García Banchs, de Econométrica.

“Hay que ir a un período de transición que suponga la existencia de dos tipos de cambio, uno regulado y otro libre, hasta hacer que vayan convergiendo. Habría que suprimir las paridades de 6,30 y 12 bolívares, y pasar esa cotización base a 40 o 50 bolívares por dólar. Por supuesto, habría un costo inflacionario elevado al principio, pero si ese proceso se sustenta en un plan de ajuste bien hecho, que estimule el crecimiento y ataque los desequilibrios macroeconómicos y monetarios, ese impacto se podrá superar con relativa rapidez”, argumenta.

La clave está, precisamente, no en el desmontaje del control, sino en la estrategia económica general. A juicio de Oliveros, Venezuela tendría que conseguir recursos urgentes, incluso acudir al Fondo Monetario Internacional, porque su balanza de pagos es sumamente vulnerable. “La otra opción es conseguir que socios, como China, más que dupliquen su exposición a la deuda venezolana”, apunta.

 

 

En abril de 2014 el Gobierno aseguró que derrotaría al dólar paralelo

Sin embargo, donde sí existe un claro consenso es en que este Gobierno no adelantará este ajuste indispensable, porque no está dispuesto a ordenar el gasto público, a controlar la desbordada expansión monetaria, ni a estimular coherentemente la producción interna, de manera que solo está “corriendo la arruga” hasta ver qué opciones quedan después de las elecciones.

Ante el grado de deterioro que registra la economía, no tomar medidas supondrá una “caotización” mayor, según un reporte de la firma de análisis Ecoanalítica. Oliveros, por su parte, indica que temer el costo inflacionario del ajuste es absurdo, si el país enfrenta un escenario de entre 170% y 180% de inflación a final de año, sin ninguna perspectiva real de recuperación. Un ajuste racional supondría una salida, al menos inicial, a la crisis.

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