Nicolás Maduro, sea decente y renuncie (Por Gustavo Coronel)

Nicolás Maduro: sea decente y renuncie
Señor Maduro:Le escribo como ciudadano venezolano horrorizado por el deterioro progresivo de nuestro país durante los últimos 16 años, para pedirle que renuncie a su posición y abra el camino a nuevas elecciones presidenciales en un país que sufre una penosa agonía y necesita transitar una nueva vía para recuperar su normalidad.

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Señor Maduro:

Ya es imposible seguir tratando de crear la ilusión de un país que marcha bien, cuando los venezolanos carecen de lo esencial, material y espiritualmente. Lo material esencial es una economía estable, seguridad ciudadana, una infraestructura física bien mantenida, oportunidades de empleo y acceso a servicios decentes de salud y de educación. Lo espiritual esencial es saber adónde nos dirigimos, con el sentido de dirección compartido por una inmensa mayoría, es respeto a la disidencia política, el ejercicio de la libertad y la existencia de una democracia decente y limpia, libre ladrones, narcotraficantes y traidores.

Sr. Maduro: 

Esas carencias que esbozo arriba ya no pueden ocultarse. No hay propaganda ni habilidades cosméticas que puedan alterar nuestra trágica realidad. Día a día usted se enfrenta a esta realidad mientras su régimen procura darle a cada nuevo descalabro una interpretación positiva. En eso sus asesores cubanos y venezolanos han hecho un buen trabajo, lo cual le permitió al régimen mantener una ilusión de “excesiva normalidad”, como solía decir el cínico Rangel. Esa ilusión dejó de funcionar hace algún tiempo. Esta situación de espeluznante deterioro es irreversible y mantenerla a costa de cada vez mayores entregas de soberanía y de endeudamiento brutal solo le dará a usted unas semanas o meses adicionales de vida en el poder.

Sr. Maduro:

No tiene sentido y nadie le agradecerá que compre usted unos meses más de poder ilusorio a costa del colapso nacional definitivo. Sería cruel y perverso empeñarse en llevarse al país a la tumba con usted, en imitación del Sati, aquella bárbara costumbre de la India feudal de quemar en la pira a la viuda junto al esposo muerto. Venezuela ha vivido y vive una de las etapas más horrorosas de su historia. No es necesario que yo le recuerde las escenas de horror que se ven en las carreteras del país cuando se accidenta un camión lleno de víveres y es saqueado por masas embrutecidas y semi-salvajes que hacen caso omiso de las víctimas. Ni los miles de asesinatos que se llevan a cabo impunemente en pueblos y ciudades. Ni el espectáculo degradante de nuestras cárceles o de las morgues rebosantes de cadáveres tratados sin dignidad. O las protestas que llegan de todo el planeta en contra de su decisión de mantener presos a venezolanos por el solo delito de disentir de su régimen.

Sr. Maduro: 

Un análisis desapasionado de su situación le haría saber que usted no tiene posibilidad alguna de mantenerse en el poder. Para un político honesto lograr que la nación prospere y los ciudadanos vivan razonablemente felices debería ser mucho más importante que mantenerse en el poder al costo de la ruina nacional. Mantenerse en el poder representa ya un logro que está totalmente fuera de su alcance. La Nación está endeudada, sin credibilidad internacional, sin rumbo, fragmentada y espiritualmente postrada. Reconozca usted, si le queda un átomo de honestidad, que usted no sirvió para esto, que el difunto metió la pata al imponerlo a usted como reemplazo, que la llamada revolución ha fracasado y que el país merece la oportunidad de buscar otros caminos.

Renuncie usted y llame a elecciones. 

Señor Maduro: 

Haga como El Quijote, quien vivió loco pero murió cuerdo. El difunto, quien sí tuvo talento y carisma y, sobre todo, mucho más dinero disponible, fracasó rotundamente. Como puede usted pensar que tendrá éxito? No espere a que el último de los venezolanos lo repudie. Renuncie y llame a elecciones. No siga prostituyendo usted a las instituciones con su deshilachada manera de gobernar: el CNE cambiando reglas del juego, el TSJ reemplazando directivas de partidos políticos para influir sobre las candidaturas legislativas, el alto mando militar reducido a un club de adulantes, las masas desesperadas en plan de sobrevivencia a como dé lugar, olvidando valores y principios, un lenguaje soez y actitudes degradadas y embrutecidas.

Señor Maduro: 

Tenga usted la decencia de renunciar, llamar a elecciones y ausentarse del país, dejando que gente preparada, con talento para gobernar y con ideas políticas modernas se encargue de recuperar al país. No demore esta decisión ni un día mas, pues cada día que pasa su presencia en Miraflores genera pobreza, sufrimiento, muerte y desesperanza.

Esto que le digo no tiene nada que ver con maniobras políticas, estrategias o estratagemas de oposición, sin exagerar la gravedad de la situación de la Nación.

Usted dijo el pasado sábado:

“Yo voy pa’lante, caballero. Aquí no va a haber guarimba, amenazas de golpe, sabotaje, paramilitarismo, que me pare”.

Quizás no haya nada de eso, Sr. Maduro. Pero sería suficiente con que usted tuviera un pequeño residuo de honestidad.

 Noticiero Digital

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